EL OXIGENO, EL MEJOR AMIGO DE TU ORGANISMO

El oxígeno es una sustancia única, que provoca algunas reacciones extrañas y sumamente útiles en el cuerpo humano. Cuanto menor sea la presión, menor será la velocidad a la que lo consumirán las células, lo que contribuye a explicar por qué los pulmones están divididos en pequeños alveolos; pues eso asegura que, reduciendo la velocidad de absorción, el organismo hace el uso más completo posible del oxígeno absorbido.
La adrenalina relaja los bronquíolos, fortalecien­do así al cuerpo y dotándolo de mayor eficiencia para hacer frente a situaciones de emergencia o con­flicto; pero el cuerpo produce también a veces una sustancia denominada histamina, que provoca una contracción de los tubos bronquiales y dificulta la absorción correcta del oxígeno en enfermedades tales como el asma o determinados tipos de alergia. La producción de histamina se debe fundamental­mente a procesos mentales (conflictos sin resolver, fobias y otros problemas mentales), y resulta, por tanto, poco sensato pretender contrarrestar total o permanentemente la acción de la histamina toman­do medicamentos antihistamínicos. En esos casos se debería consultar con un especialista y, en casos extremos, recurrir a la hipnoterapia, que es el mé­todo que dará más rápidos resultados. Uno de los efectos colaterales de la dificultad para inhalar con­siste en la dificultad para exhalar, por lo que el or­ganismo tiende a verse sobrecargado de anhídrido carbónico precisamente en los momentos en que más perjudicial le resulta.
El cerebro humano consume aproximadamente seis veces la cantidad de oxígeno necesaria para cual­quier otra parte del cuerpo (salvo los pulmones); una carencia de oxígeno o una atmósfera viciada (principalmente a causa de la calefacción central en invierno) lleva a unas respuestas menos eficientes del sistema nervioso; el cerebro humano que se vea privado de sus suministros de oxígeno durante un período de tiempo superior a cinco minutos puede quedar dañado irreversiblemente; ya que, al final de dicho período, habrán muerto muchas de sus cé­lulas; en el plazo de una hora, el cerebro absorbe más cantidad de oxígeno que su propio peso físico. El azúcar refinado se apodera también del oxígeno, por lo que debe evitarse cuando se padezca un res­friado o alguna infección respiratoria.
Si el oxígeno escasea o es de mala calidad, el azú­car de la sangre formará ácido láctico a un ritmo superior al que se puede «quemar» (o metabolizar), depositándose lentamente como las incrustaciones de las calderas. Las sobredosis de vitamina E tienden a atenuar los efectos del proceso de «combustión» del oxígeno en el cuerpo. Las sustancias que enume­ro a continuación son ricas en oxígeno: rábano, ce­bolla, perejil, menta, patatas, ruibarbo y tomates, así como el aire limpio y fresco.
Siempre que el organismo cuente con suficientes fosfatos, y mediante un sistema de reacción, el oxí­geno permitirá la oxidación de la glucosa, un azúcar esencial, una de las bases de la nutrición; y si esta misma glucosa no es puesta en circulación por la co­rriente sanguínea que la contiene, los tejidos del cuerpo se resentirán de desnutrición. La oxidación se produce mediante la pérdida de una molécula de hidrógeno o por la adición de una molécula de oxí­geno, viéndose posibilitada por la acción de peque­ñas enzimas del organismo fabricadas dentro de cada célula individual; uno de los peligros del con­sumo de medicamentos artificiales radica en que, muchas veces, pueden destruir no sólo el resfriado, sino también las células sanas y leales del cuerpo. Las hierbas medicinales y una dieta adecuada te ayudarán a reforzar los recursos naturales de tu propio cuerpo para que puedan realizar más efi­cientemente su trabajo.
En algunas de las distintas modalidades de ane­mia, caracterizadas por la presencia en el organismo de sustancias tóxicas, entre las que pueden figurar numerosos medicamentos a base de sulfamidas, se produce una grave escasez de oxígeno debido a unos suministros insuficientes de hemoglobina, materia que se une con el oxígeno, normalmente para formar oxihemoglobina (bajo la influencia de una presión inadecuada del aire en una respiración deficiente, se disminuye la eficiencia de la formación de oxi­hemoglobina). La oxihemoglobina puede descom­ponerse fácilmente en los tejidos en oxígeno, por un lado, y hemoglobina, por el otro, debido a la mayor presión del anhídrido carbónico que se acumula, al igual que la combinación entre este úl­timo y la hemoglobina se ve afectada por la mayor presión relativa del oxígeno en los pulmones, que provoca la separación y expulsión del CO2.
Si el suministro de oxígeno es poco eficaz o de mala calidad, se resentirá la eficiencia de toda la co­rriente sanguínea y la totalidad del organismo co­menzará a funcionar peor, lo que producirá irritabi­lidad (repercusión de la anoxia sobre el sistema ner­vioso), un comportamiento indiferente o desatento, siendo posible que todo ello se vea seguido de una creciente fatiga, insomnio y pérdida de apetito. Tales rasgos resultan fácilmente perceptibles en los casos de tuberculosis, bronquitis, neumonía...
Una de las repercusiones más beneficiosas de cualquier modalidad de ejercicio físico consiste en la elevación de la cantidad de oxígeno suministrada al cuerpo. Si, por la razón que sea, se considera in­adecuado el ejercicio vigoroso, se podrá sustituir por los suaves y profundos ejercicios respiratorios re­comendados por los profesores de yoga.
Tanto los resfríos como los restantes tipos de en­fermedades respiratorias debilitan y perjudican el funcionamiento del organismo; pues, al menos tem­poralmente, ponen trabas a la capacidad del cuerpo de extraer provecho del oxígeno; a esto se debe el que una persona que se acatarra con facilidad siga cogiendo resfriados con cada vez mayor frecuencia, a menos que trate y fortalezca de manera natural su organismo para oponer resistencia a la degeneración provocada por los continuos catarros.
Como, además de a través de los pulmones, ab­sorbemos oxígeno a través de la piel, es importante que, ni en invierno ni durante cualquier enferme­dad respiratoria, nos vistamos excesivamente; en algunas dolencias respiratorias en estado avanzado, la exposición directa a los rayos de sol puede resultar perjudicial (la tuberculosis pulmonar es un ejemplo de ellas), debiendo tomarse las correspondientes medidas precautorias; pero en la mayoría de las en­fermedades respiratorias resulta esencial y aconse­jable someter al cuerpo a un buen baño de aire. Se puede hacer desnudándose, realizando algunos ejercicios físicos ligeros y ejercicios respiratorios pro­fundos, terminando con un vigoroso secado con toalla (que equivale de hecho a una modalidad de masaje), y vistiéndose únicamente cuando el cuerpo se sienta nuevamente caliente y cómodo.
En esta obra se incluyen algunos ejercicios apro­piados, que los lectores encontrarán mental y física­mente vigorizantes.

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